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Los argentinos hemos iniciado el siglo XXI con graves dificultades que provocaron salida de un gobierno antes de terminar su mandato. Luego asistimos impávidos a un gobierno que no transfirió el mando a las nuevas autoridades, sino lo abandonó, provocando un disloque institucional. Hoy los sufridos ciudadanos podemos visualizar la proximidad de un ajuste que angustia sobre todo a
los que menos son escuchados: los jubilados.
Mientras el sector activo privado (o casi todo él) logra paritarias razonables y el sector activo público también logra aumentos
con el agregado de nombramientos de cargos en progresión geométrica, como se puede leer en los boletines oficiales nacionales y locales ya desde hace bastante tiempo, la clase pasiva sufre en silencio. No hace paros, no vocifera, no corta calles.