Ha transcurrido otro fin de año y, como siempre, nos hemos visto obligados, por costumbre o por piedad, a desearnos mayor prosperidad para el nuevo que se inicia. Muchos hemos festejado, también por inercia o por amor, o esperanza, o simplemente por gula, pero sin preguntarnos seriamente cómo vamos a hacer realidad esa mayor prosperidad que vaticinamos tan ligeramente.
¿Es que acaso pensamos que vendrá del Cielo? Es posible. ¿O automáticamente, sin hacer nosotros algo concreto para que eso ocurra?